Frente a él,
como en una observación
anterior al duelo,
recorrí con mi mirada
los abruptos riscos,
las enormes moles pétreas
sostenidas por el viento.
La nieve y el sol,
con respeto,
en su cumbre adiviné
y una sensación de paz
recorrió todo mi cuerpo
con aroma aragonés
que me lleno por completo.