Al fondo de esa vorágine virulenta
orquestando melodías inconexas y pensando
en la ausencia eterna que me rodea desde ahora,
y las sombras, los suspiros de alivio asolas,
en el límite trepidante transformándome en maná
esta mañana, tiempo incuestionablemente relativo,
cuando deslizo una esperanza jamas malgastada
y frecuento el espejo de mi alma para amarla
Sostengo una antorcha vital cuyo valor iguala
la altura de aqueyas cumbres contemplativas
Fértil deseo de renacer entre las estreyas
de un cielo desteyante y profundísimo
sabiendo ver las advertencias del espíritu
en la blancura de mi temple impasible,
y antes de elevarme contemplar la azul
esencia del éter intangible, o solamente
acaso la rosa de sus holísticos labios
con esa sensación de estar soñando
acompañado a pesar de la distancia,
coloreando el triste vacío con lágrimas
y sonrisas expansivas y enamoradas
de la vida al amparo de nuestro amor
como luego reverberará el trote
sobre los verdes brotes del deseo
donde la mente mantiene el secreto