Ambulante en grises románticos,
Divaga mi alma por la calzada de un poema.
En la distancia de la hoja, mi pluma
te busca y no te encuentra
Ve la transparencia de la iris azul,
y de lejos el brillo de un amor
que profesa honesto el canto
de la última espera bajo un árbol
en que titubea la hoja
como el verso,
Hasta dispersarse en su anhelo
y llorar sobre el lomo del viento.
Cae el verso en declive y solloza como lapida hoja
De un arbol que ya,
yace desnudo en la calle Neruda,
esquina mil amores,
cobija eterna de la melancolía,
y resguardo cortes del alero sin sombra…
El beso acerca sus brazos a los tuyos,
como la acera alza el canto de su gris a la hoja.
Fria la ventana de fugaces movimientos
tritura con el sable de la mirada esquiva;
La hoja se seca mientras la lluvia la humedece,
esperando crujir cuando tu huella plasme
el hocicar de tu caminata de eternos parajes
de la arbolada desnudez de tu aroma.