Sentado solo ante el altar sagrado,
mi fe se aferra unida al sentimiento,
fluyendo del alma, fletando al viento,
deseos de implorar ser perdonado.
No quiero recitar a un tonsurado
los versos de mi vida y su tormento,
es dogma conciliar, no es mandamiento
en tablas de la Ley por El signado.
Yo busco en soledad la confidencia
del Dios paternal, sabio y bondadoso,
ruego en mi confesión su alta presencia
en encuentro fugaz imaginario
entre el hijo culpable arrepentido
y el Padre que el perdón da generoso.