jvnavarro
HASTA MAÑANA
Veo la mañana con buena cara
y es que los taninos del vino
las moscas espantan
y las aceitunas sevillanas
en la boca me saben
a un beso de mi amada.
Blanco el vino resalta
en una copa de cristal de Murano,
tallado con la figura de una geisha
sobre el suelo sentada,
mientras yo me veo en el cristal la cara
y con un sorbo comienzo a darle
a este poema largas.
Ya patas de gallo y ojeras,
ya las pestañas protegiendo la mirada,
ya el pelo de la cabeza
en su sitio,
me guiño un ojo
y me digo hasta mañana.
Entra por la ventana el frescor
de una noche rara,
en la televisión anuncian
cumbre en la Moncloa mañana
y a mí me entran ganas
de ser Búho Real
y desde una alta rama
vigilar para ver lo que ocurre,
cuando se viola la sede de una embajada,
cuando la luna pasa,
el cielo se apaga,
se oyen ruidos
y se destapa
aquello de que aquí mandan,
las soledades del alma
para cuando ya todo
es poco más o menos nada.
Mientras la copa de vino se apura
y los taninos ya son parte de mi alma,
siento la llamada
del Toro de la Vega,
de las cumbres nevadas del Himalaya,
de las llamas haciendo trashumancia
por allí donde no pueden ir ni las cabras.
De la historia de los pueblos
y de las conquistas amañadas
me lleno
conforme avanza la llamada.
Y ya pregonero con trompetilla de alguacil
de cobre y cordón rojo de lana,
digo antes de que me olvide
de que este asunto trataba,
que yo amo a la vida
de todas las formas posibles
que permite la naturaleza humana.
Y es que se puede amar mucho
si no ceñimos los sentimientos
al pecado original
ni a los dogmas que nos atan
a lo desconocido y a las patrañas.
Amor libre, por horas, por minutos,
por semanas,
por lo que sea,
mientras mi copa de vino se acaba
y oigo una conversación
en una terraza de un paseo
con el mar de fachada,
que en poco dice,
la vida se nos marcha.
Pasa por la calle alguien
de mal nombre, paria,
que una colilla del suelo recoge,
mientras pone cara
de ser más feliz
que esos ricachones de Manhattan
que se fuman los puros Cohiba por cajas
y beben whisky 15 Stars de marca,
como si fuera mismísima agua clara,
al tiempo que sus piernas descansan
sobre las patas cortadas,
de un elefante que nació en la selva
y una parte suya acabó
allí donde ni el mismo Dios esperaba.