He vivido para querer morirme cada día.
He dormido muy poco para soñar eternamente.
No sé lo que aborrezco, no sé lo que adoro.
Mi amor se tienta, también la carne,
incluso la estrella amarilla del llanto.
Una noche en los ojos descubierto.
Una vida que golpea su mano.
No quiero pensar porque pienso que se piensa después,
no quiero imaginar porque imagino lo que es verdad y es torturante.
Estoy calvo de escribir y escribir en mi mente pensamientos,
y lo que existe y no existe en el viento.
Ateridas clavan su nevada unas magnolias,
que repiten una y otra vez las mismas letras raras.
Veo, oigo, siento y palpo. Todo tiene sabor a sal.
Christian Jovani
(Derechos reservados del autor).