Aquí estoy en el edén de nuestra promesa, disfrutando del recuerdo
De aquellas muchas veces que sediento de palabras, cruce por el desierto. Tomado de la mano de tus silencios, culpando tus ocupaciones y el uso horario que separo el pensamiento del sentimiento, atravesando desiertos y el abrazador sol de la certidumbre: tuyo, mía y el nosotros
Recuerdo las noches aquellas de insoportable calor de tus ausencias y abría mis recuerdos para enconarme con tus versos fresco que entraban por mis ojos, como brisa fresca que acariciaba mis nostalgias y tu vos resonando en mis ansiedades, calmando mis temores y fue entonces que entraste a mi vergel, como agua cristalina y fresca haciendo florecer todas mis emociones.
Hiciste que mi mundo girara al revés y que floreciera mi desierto, convirtiendo la candente arena en un florido jardín. Nuestro propio edén en medio de las distancias y las esperas.
Distes consuelo a mis inconsistencias, protegiste mis sueños y me distes la luz de tus ojos,
Sembrando esperanzas de un futuro que nos esperaba atrás del lado oscuro de la luna.
Eras mi oasis de la vida, el cual hiciste florecer en un vergel, que se fue trasformando en un jardín florido, donde habitaban los poemas, las palabras esperanzadoras, sentimientos ocultos que buscaban salir y volar como mariposas alrededor del estómago, subiendo por mi mente y bajando por mi mano y cayendo en esta hoja que hoy se desparramo en este trozo de poema.
No recuerdo cuando dejaste de ser mi oasis, para convertirte en lago en calma, en jardín florido. Creo que fue durante el último otoño que convertiste en primavera. En aquel beso que nunca nos dimos el que desato la tormenta, que hizo posible juntar la razón con el sentimiento,
Ahora eres tú mi razón y lugar favorito donde siempre quiero estar. Dejaste de ser oasis, para ser mi jardín florido.
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO