Sobre la mesa
Con un puño, el pasado, golpeó mi mesa.
Lo miré de frente, cuando alzó su voz.
Yo, que me parezco, levanté mis ojos
y le dije, ¡basta!, no soy para vos.
Me había aferrado a no ver su sombra,
sin tener en cuenta, que existía yo.
Lo creí perfecto, aunque no lo fuera,
pero un día el espejo, me miró y habló.
Con el tiempo, aclara la mirada oscura
y te deja ver, lo que un día ocultó.
Triste desengaño, que sí tiene cura,
porque está en tus manos, fácil sanación.
Como lo hace la vida, levanté mis hombros
y en la misma mesa, bebí sin parar.
Era vino amargo, de agonía perdida,
que a mi transparencia no pudo embriagar.
En la propia mesa, que cargó su puño,
quedaron las cartas de mi soledad.
Pero al mismo estruendo, de aquel golpe seco,
¡nacieron palomas de mi libertad!
Autora: Emitza Santana Rosales 🇨🇺