Sentado en un banco
hoy miro las aves,
que pasan y cantan
con lindos plumajes.
Me viene al recuerdo
los días y tardes,
pasadas contigo,
mirando los mares.
Buscábamos olas,
tranquilas, fugaces,
de espumas muy blancas
calmando la sangre.
En esos momentos
rezaban la salve,
algunos marinos
llevando sus naves.
Pequeñas traineras
de largo abordaje,
sin velas, con remos
de brazos audaces.
Y tú sonreías,
buscando en la tarde,
mis ojos ansiosos,
también de mirarte.
Teníamos tiempo
y edad importante,
por ser unos niños
jugando a ser grandes.
Y así nos amamos,
uniendo sedales,
de un tiempo e infancia
vivida en su instante.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/04/24