Extremo fuego
me doblega.
Si cociera boca,
acabaría el martirio,
pero soy la loca de la bandera
en la incomprensible
noche iluminada
por hogueras.
Si lloviese salvaría,
al montículo
asciende gorjeo
de pájaro azul,
que se transforma
en ronquido
de ogro agonizante.
La Voz inunda
cuando anego
al poblado cada invierno.
Mi voz suda cola
de garrapata para suela
desprendida de zapato,
mientras olisqueo
partículas del fondo,
desastre en todo hecho,
un pez me devora.
del poemario Nubiola.