Siempre, fuiste y serás, mi gran amor.
Yo juré amarte, en la vida y la muerte.
Confieso que, tenerte, fue gran suerte.
Hoy que te has ido yo, muero de dolor.
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Ya la pena me abraza, es por no verte.
En vano aguardo, por tus bellas cartas.
Cuando deseo ir a verte tú me apartas.
Por ti, pregunto, es que temo perderte.
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Si me ves, no soy la misma de la alegría.
Abrí la bruna carta, te declaras muerto.
Un muerto en vida, pensé, qué alevosía.
Si deseas verme, yo estaré en mi huerto.
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¡Oír nuestra alma, siempre, es ventajoso.
Lo que Ella, te dice, puede ser milagroso!