En el atril de concierto,
donde recita la luna
sus amores
en versos de esponjosa espuma
al mar y sus marineros
en las noches de tormenta,
dejé mi poema abierto
para que viera la luna
mis amores,
y leyera, entre la bruma,
a tus oídos austeros,
el fuego que me calienta.