Bajo el cárdeno crepúsculo, las sombras se despliegan,
un escenario taciturno, donde el silencio se anega.
Cúspides de montes, en la lejanía titilan, una choza.
y los astros en ascenso, sus lumínicos destellos hilan.
Arcanos susurros del céfiro, la fronda acarician,
donde las criaturas del crepúsculo, furtivas, se deslizan.
Fulgores de la luciérnaga, en danzas esporádicas,
como fáusticos destellos, en noches enigmáticas.
¿Acaso somos juguetes en manos divinas,
o simples espectros en el teatro del tiempo?
¿Qué secretos yacen tras las puertas divinas,
qué verdades ocultan los cielos y el firmamento?
Las páginas amarillentas de los libros inentendidos,
susurran secretos de la creación y la destrucción,
mientras la cordura se desliza hacia el abismo,
y el vértigo del conocimiento me envuelve con su fulgor.
lejanía ,tálamos olvidados, cobijados en verdor oscuro,
guardan secretos sepultados, ambientes indiferentes.
Los ecos de los élitros, en el viento, resonantes,
tejen melodías foráneas, misteriosamente vibrantes.
¿Qué somos nosotros, sino efímeras criaturas,
atrapadas en un mundo entre realidades, entre sueños?
¿Qué significado tienen nuestras vidas,
ante la vastedad del universo y sus misterios?
Los dioses olvidados observan desde las sombras,
tejiendo hilos invisibles en el tapiz del destino,
mientras los mortales luchan en vano contra su destino,
sumidos en la ilusión de su propia importancia.