En un mar de rostros encantadores,
donde la belleza florece en mil colores,
busco entre las miradas y los suspiros,
la musa que despierte mis suspiros.
Aunque encuentre a varias tan bellas,
ninguna enciende la llama que destellas.
Pues en tu ser, en tu esencia divina,
encuentro la inspiración que culmina.
Tu mirada, un universo de luz,
tu sonrisa, la melodía que seduz,
en cada verso, en cada palabra escrita,
resuena tu nombre, mi musa bendita.
Por más que el mundo sea un jardín de flores,
sólo tú, mi musa, despiertas mis amores.
En tu presencia, en tu aura celestial,
encuentro el fuego que nunca se apaga.