Eran tiempos mejores cuando no sabia
porqué eran los vientos ni dónde brotaban.
Era mejor en mi alma ignorar de lunas
sus formas cambiantes y sólo saber de la nieve
que era blanca, fría y bella al tocar mis ojos.
Cuando el hontanar oculto entre rocas de helechos
era murmullo de agua clara y dulce letanía.
Cuando ansiaba de igual modo que llegara el frío
o el verano azul sin preguntarle nada.
No sabía de solsticios ni equinoccios y el cielo
era cielo con estrellas sin galaxias ni agujeros negros.
La calma del tiempo era larga vida y vida
el remanso de emociones de miradas puras.
Era mejor tiempo el que trajo los hijos
y les daba el amparo que tuve en mi nido.
De pronto… todo lo supe y el tiempo fue brío
los hijos crecieron y alzaron su vuelo porque así,
porque así es la vida y me queda el gozo de haberla
vivido cuando poco sabía… y tuve ese espacio
de amor… por los hijos y las cosas bellas.
De mi libro “Desde aquella Strelitzia”. 2014 ISBN 978-987-1977-32-1