Darío Méndez

El beso

 

 

Un torbellino de sabores intensos,

una desbocada explosión de dopamina,

una marea impetuosa de deseos,

un evidente dilatar de las pupilas.

 

Es el roce suave, la caricia del viento,

el susurro del amor, el eterno momento.

Es el lenguaje universal, sin palabras,

que une corazones y ahuyenta los miedos.

 

Donde los mundos se encuentran siempre,

y los labios no lastiman ni engañan.

Donde no siempre el más valiente gana,

ni el más cobarde es el que siempre pierde.

 

Es un puente uniendo ciudades,

cada cual a su manera convincente.

Un pacto sellado sin contratos,

el inicio de un camino sin muerte.

 

Un beso es un lazo que ata,

dos corazones que laten a la par.

Un instante mágico que nunca acaba,

un océano de promesas en que confiar.