Cuando era joven, soñaba con la casa ideal y que, el principe fuera leal.
Escribía poemas de William Shakespeare,
soñaba ser amada para siempre .
Leía la atalaya, y también cantaba aleluya
Eso sí, ¡mi vida siempre ha sido suya!
Era sola e independiente, y rechazaba al indolente.
Crecí, y me dí cuenta que no, solo soñar era mi meta, tenía que alcanzarla, tocando cada puerta.
Tuve hijos y los cuide. Si alguien los tocaba era como tocar la niña de mis ojos. Por ellos siempre vele.
Tengo mi casa, y ellos crecieron,
¡De mi espacio, ellos salieron!.
A mí, síndrome de nido vacío quedé acostumbrada.
Pero aún, por ellos me siento muy amada.
A sus hijos siempre les doy mis besos.
Hoy, amo el silencio, amo escribir mis propios versos.
Amo sentir que la vida me está sonriendo.
Amo la soledad sin sentir nada de ansiedad.
Cada uno tomo su rumbo opuesto.
Pero yo sigo en mi puesto.
Tanto esfuerzo, para darme cuenta que, solo quiero un rincón en cada puerto.
Disfrutar mi vida y seguir tocando puertas,
Conociendo gente, sonriéndole frente a frente.
Hacer como el culebrero de febrero en febrero.
Alabando a Dios en cada puerto, y escribiendo en mi blog con sentimiento.
De mi sueño, soy princesa, y también tengo un principe encantado que, quizás algún día despierte nuevamente a mi lado.