Ya no ví al sol, como algo digno de contemplar.
El día se volvió aburrido, la luz, algo del cual debería esconderme, y la noche, mi nuevo escape de la realidad.
El amarillo se volvió fastidioso, el lila se convirtió en un color más, y el negro, el color con el que quiero descansar.
El sonido del viento se volvió abrumador y el silencio, mis gritos de desesperación.
Sin un rumbo fijo, ni un futuro al que apuntar, después de una noche larga de ríos, mi vida se volvió oscuridad.
Amor, quizá no lo sabes, pero, después de perderte, yo también me perdí.
No alcancé a despedirme, pero quiero darte un fin.
- Mel