Suele ocurrir
que tengo miedo
cuando veo un rostro que me confunde,
una expresión que no entiendo,
y siento que me arrepiento
de haber hecho algo mal todo el tiempo.
Y no entiendo.
Siempre había sido así,
hoy pudo haber sido así
pude haberme atormentado,
terminado demacrado por dentro,
y volvería a agachar la cabeza,
y me plantearía de nuevo todo esto,
y me cuestionaría aquello sin respuesta
para sentirme peor,
“ni modo, si a la mierda todo se fue”
como el bucle del que tanto hable.
Y no entiendo.
Las pesadillas me dañaron
solo tenías que terminar el trabajo,
pero esta vez
el sonido de tu voz era distinto,
con un tinte diferente,
hizo sentirme tranquilo,
que a pesar de no conocer
ya no iba a sentir más tal ruido,
ni me vería tan reprimido,
ni determinado por el pavimento
o por el que anda mal oliendo,
o por el sin remordimiento,
o por el que se burla del acento,
me sentí cómodo de nuevo
y tú por consecuencia.
Aunque aún me falta presencia
aquí y allá
en mis letras y en el mundo
porque por dentro
“anhelo romperte el culo”.
Eso ya no suena tan generoso,
(aunque no contraste del todo)
¿Será por aquel maldito instinto?
De todas formas, quise decir algo distinto.
A sí mismo querría poder contar
las cosas que no te van a gustar,
pero a ritmo más gentil,
no quisiera lastimar este vidrio tan rompido.
Y no te entiendo.
Roto,
y aún así,
cuanto queda por quebrar,
y así lo harán,
entonces, no podré hacer nada,
y si eso lloraré con alguien en mi cama,
no lo creo,
pero por esta vez,
decido creer en ti.
Yo no me entiendo.
02/04/2024