Tus palabras hoy intentaron vencerme,
casi lo logran,
casi caigo arrodillado ante el destino,
casi me doy por perdido.
Me deje llevar,
y mi llanto me arrastró como caudaloso rio,
sin claros ni riveras,
hasta un alto precipicio.
Y caí ante tí,
débil y acongojado,
expuesto en lágrimas y sonrisas,
de lo que fué alguna vez un canto.
Y sentí el calor de tu mano,
la ternura de tu abrazo,
la luz de tu sonrisa,
la felicidad en despamparo.
Y sentí tus brazos recorrer mi espalda,
tus manos chocar frente a mi pecho,
y tu suave aliento junto a mi cuello,
con sólo unas palabras, me dejaste junto al cielo.
Se escapaban palabras prohibidas,
como buscando algún resguardo,
y entre miedos y temores,
se cruzaban nuestros brazos.
Y a velóz paso se fué el día,
entre árboles que algún día fueron,
entre magos y posiones,
entre besos indiscretos, tímidos y aletargados.
Llega a su fín el ocaso,
entre guiones y prepagos,
y al final con tu mejilla,
un tal véz dejaste grabado.