ALVARO J. MARQUEZ

A LA HORA DEL ADIÓS

A la hora del adiós yo callaré
Para no empeorar la despedida,
Media vuelta me daré
Para no guardarte rencor
Y entre los dos la palabra amor
Será una palabra prohibida.

En nuestra última hora guardaré
Para lo nuestro el mejor tributo,
El respeto que siempre busqué
Y que tú no mereciste;
Voy a pensar que moriste
Y tal vez hasta te guarde luto.
 
El día de la despedida,
Yo desde el mismo amanecer
Te arrancaré de mi vida
Y dentro de mí cuando te vea,
No habrá forma de que te crea
Si me juras indigna, tu querer.
 
Y cuando sepa que te fuiste
Fingiré estar contento, feliz;
No dejaré que me vean triste,
Todos mis gestos serán risueños
Y del fondo de mis sueños
Voy a sacarte de raíz.

Y juro que no voy a llorarte,
No habrá lágrimas pidiendo que regreses;
Tampoco he de salir a buscarte,
Ni voy a seguir tus pasos,
Ni caeré de nuevo en tus brazos,
Ni rogaré nunca que me beses.


Así, con frialdad,
He de matarte en mi mente
Y cuando ronde la soledad
Y llores y me necesites,
No escucharé cuando grites
Y ya me serás indiferente.
 
Y en brazos de otra tal vez,
Encuentre lo que no obtuve contigo.
Y si un día con ella me ves,
Sabrás entonces, ya muy tarde,
Que fuiste falsa, fuiste cobarde
y no tenerme será tu castigo.
 
Yo guardaré silencio, princesa,
pero no he de recordarte, ¡por Dios!
Te llevarás contigo mi tristeza
y entre escombros que detesto,
hallarás tan sólo el resto
del amor que era de los dos.

Levanta tus alas y vuela
hacia el horizonte sin fin de mi olvido.
Yo olvidaré aunque me duela
y entre caída y caída,
volveré a reconstruir mi vida
y jamás regresaré a tu nido.