Llega con pertinente aleteo
el bardo,
a visitar a su compañera
quien en vida dejara.
Se posa en el muro
el elegante gallardo
mientras su amada
con luz en sus ojos
miraba.
A mitad de la tarde,
fue la sorpresiva visita
de aquel cuervo
que el pintor,
más de una vez
en sus cuadros ilustraba.
Más sorprendente
fue la despedida
que al entrar a su cuarto
una pluma negra
sobre la cama
aquel cuervo dejaba.
Alex Altamirano.