Me resulta imposible
acomodar el pensamiento
a la rigidez de los cánones
y busco argucias
para que no arrojen mis versos,
que no sean un residuo
en el contenedor de reciclaje,
palabras emborronadas,
viejos papeles amarillos
idóneos para encender un fuego,
útiles para nada.
Alguno se escapa
y revolotea travieso,
con un punto irreverente,
una edición limitada
de versos inconsecuentes.