Me aferraré a mi cruz sin sobresalto,
e iré con ella al hombro tras tus huellas.
No miraré la luz de las estrellas,
hasta no estar contigo en todo lo alto.
Y una vez en la cúspide atrapado,
entre clavos y espinas penetrantes,
levantaré los ojos suplicantes
y las estrellas miraré extasiado.
Entonces me uniré a tu amor fecundo
y aceptaré gozoso el desenlace
que una mi vida a tu nupcial proeza.
Y libre de las sombras de este mundo,
me llevarás contigo adonde nace,
la luz, sin fin, de tu abismal belleza.