La noche goteaba sus luces infinitas, que no eran lágrimas.
Eran brillantes rocíos y en hojas de blanquísimo papel
dejaban huella.
Por la ventana un ángel añil, sin rostro cierto
dictaba sentencias a las luces para que fueran…
vida.
Y la vida en mi pecho invernaba tibia
sin el abatido dolor del roble ya sin hojas
y quieto.
Benditas las palomas tras la loma que aun en sueños
llenaban de color toda esa vida que naciendo
no moría…
La noche goteaba rocíos sobre el negro del zorzal
y el ángel añil acompañaba el vuelo de palomas
aun de noche…
De mi libro “De cuentos y de poemas”.2015 ISBN 978-987-1977-72-7