Aquí yace el tejedor de sábanas
en su condición de piedra,
aquí yacen sus cenizas
embalsamadas de raíces de álamos enloquecidos
por las cicatrices ensanchadas a gritos,
heridas por donde brota la savia escarchada.
Aquí yace el tejedor de sábanas
onanísticas, donde los sueños destilaban versos de lluvia.
Aquí yace el tejedor de sábanas
con su epitafio: onanismo sutil.