1
Y éste es el verso donde intentaré
dejaros la enseñanza más necesaria:
En una sociedad justa, el trabajo es un don:
una alegría, un bien, humano propiamente,
con el cual se puede modificar lo natural
la vida, los enjambres de sueños, el sol.
Con el trabajo
el hombre pudo volar sin alas
navegar por la mares sin conocer el mar.
Del árbol
estupefacto de sorpresa ante el hombre
pudo el trabajo arrancar una silla
y de la piedra las señales
que forjan el porvenir del hombre,
su casa,
sus monumentos,
su propia lápida.
2
Quiero que siempre llevéis a vuestro lado
la gubia, la garlopa, el martillo, la hoz,
esas frases que servirán hasta el final,
para limar, las asperezas de la muerte.
Y si alguien os preguntara, para qué tanto,
para qué tanta pasión puesta en el trabajo,
vosotros responderéis, con celeridad:
para nada, trabajamos para vivir la vida
trabajamos
para que en el humano mundo
haya señas de que nosotros estuvimos,
creando y trabajando,
tal vez, en este mundo,
que hicimos un trabajo para vivir,
para amar,
para congelar la propia mirada de la muerte
hicimos un trabajo y escribimos un verso.
(Del libro La Maestría y Yo, Ed. Grupo Cero)