Ella se enfoca en buscar
un aliciente y un sucinto
plan, urde en su mente.
El romance como sierpe
la incita a ser; la Eva sensual
y tentar al “ingenuo” Adán.
En la penumbra se escuchan
los suspiro del alma
y se enlazan como hiedras.
Con el flujo y la simiente
en tierra fértil se siembran,
y las raices se fortalecen.
Por obra y gracia del destino,
con el apego emocional
la eudoimonía florece.