Como \"noche de los cristales rotos\" perecimos
en la dictadura del desamor.
Dejamos de reconocernos:
ninguno era quien fuimos.
Mientras escribo te recuerdo
con vaqueros ajustados,
blusa suelta y el pelo bien peinado.
La flor se seco
por falta de mimo.
La sinfonia
se fue llenando de ruidos.
En un cajon de la comoda,
imagenes y textos,
restos de lo vivido.
Cartas de amor mudas.
\"Nada de lo vivido se pierde\",
gritaba en la plaza un loco.
Por pudor y dolor, cada uno
fuimos vistiendo
el alma llena de arañazos,
del otro.