¿Adónde irás sin mí, amor mío?
¿En qué cielo hallarás la calma?
¿En qué nubes tu alma dormida
descansará sin mi tierna llama?
Me pediste que te enseñara a amar,
con empeño te enseñé el camino,
pero tal vez no logré enseñarte
la esencia del querer genuino.
Ahora te marchas, me dejas solo y triste,
tu ausencia dejará un hondo vacío en mi alma.
Lloraré la ausencia de tu compañía, de tu alegría
de tus palabras que mi alma calmaba.
Te alejas dispuesta a escalar en solitario
la gran montaña que en tu interior retienes,
donde crees que el amor te espera
con los brazos abiertos y sonrisas radiantes.
Más ten cuidado, mi amor,
pues en esa cima también habitan
la envidia, la traición y la desesperación,
dolor que hiere sin piedad al corazón.
Conquistar el amor verdadero
no es tarea fácil, te lo aseguro,
se construye día a día con esmero,
con respeto, cariño y profundo cuidado.
Y en esa ardua labor, dos almas deben ir a la par.
La pendiente es larga y empinada,
las piedras con sus huecos causan heridas,
y no dudarán en hacerte tropezar.
Pero no desfallezcas, corazón,
al final, el verdadero amor te espera,
en la cima, radiante y glorioso, ten valor.
Y aunque el camino duela y cueste lágrimas,
vale la pena luchar por él
con perseverancia y vigor.