No deberías de existir ni en mi ser ni en mi mente
Pero, dulce desgracia, estás más allá de mi voluntad;
Quisiera matarte en vida, desaparecer los rastros de ti
Aunque es imposible fenecer lo llamado a ser eterno,
No quisiera soñarte, ni besar tu sombra en las formas de las nubes
Pero ¡Desdicha infinita! Eres un delirio real, de carne y hueso
Quisiera que el ayer fuera posible, que fueras más que la esperanza
Aunque es solo tortura el olvido y consolación el retorno a casa.
Yo ya he sucumbido al paso de los años y a sus locas tentaciones
Pero siempre serás Jesucristo para la historia de mi tiempo y humanidad.