El hambre, cruel y despiadada,
Mata la inocencia, mata la infancia dorada.
Sombra negra que devora sueños, esperanzas, risas,
La oscuridad que deja a los niños en silencio, sin prisa.
Niños y niñas, pequeños soles radiantes,
Futuros del mañana, sin poder ser.
Sin comida, sin nutrición, sus rostros serios, marchitos,
Sus sonrisas apagadas, sus ojos sin brillo.
No pueden aprender, no pueden jugar,
El hambre en sus vientres no les deja volar.
No conocen el juego, correr, reír,
Con sus amigos, no pueden crecer.
El hambre es implacable, no cesa, les roba la infancia,
Les roba la alegría, les roba la esperanza.
De una vida plena, de un futuro brillante.
El hambre, el estigma de la humanidad,
Una cruz contra la supervivencia de los niños,
De la humanidad.
Pero aun en la oscuridad, una chispa,
Podemos hacer brillar.
La esperanza debemos hacer persistir,
Y el hambre debemos erradicar.
¡Somos el mundo, somos los niños!
¡Somos los que hacemos un día más brillante!