Cuando tiemblo en mis noches de sombra
mi consuelo es verte en las vidrieras
donde se refleja tu belleza de sirena
con un halo de lluvia que inunda mi tristeza.
De aquella selva de mis sueños
sólo permanece en mi pensar sereno
recuerdos de remordimientos,
hechos del pasado lastimando el nado del cisne,
desgarrando los escalofríos
de mi sangre.
Salto sobre mis incertidumbres,
mis suspiros son los alisios
las ilusiones fugitivas de sus sueños,
embriagando la nostalgia de un corazón
hecho racimo, desencajado.
Un sueño ardiente, no consumado,
mi ilusión es una cárcel en un abismo
un templo inundado, placeres que no producen
espasmos, fragancias inodoras,
en un campo de cerezos en flor.
Diosa de frágil cristal,
acuarela del crepúsculo
¿Dónde dejaste mis besos?
en un arca de sables
en un bosque oscurecido,
temblando mi cuerpo
en un abismo,
donde vive la oscura melancolía.
En qué hoja,
en qué torrente dejaste nuestra esencia,
con ella se marchó nuestro amor,
cayendo por la cascada
de la muerte,
y jamás resucitó a la vida.