Dichoso el mundo que te rodea
y que está al alcance de tu voz
De tus párpados, tus mejillas
Tus gestos, tus sonrisas
Dichosa el agua de la regadera que se desliza por tu piel desnuda
Dichoso el Sol de tu ventana que te calienta cada día por la mañana
Dichoso el postre que deleitas, pues se derrite en tus labios de carmín
Dichosa la lluvia de la tormenta que te moja sin tu permiso
Dichoso el cielo despejado que causa asombro en tu mirada
Dichosos los ojos que te miran y en ellos queda uno hundido
Que en ellos ve el bello amanecer
Y en ellos alumbra la luna al anochecer
Dichosos los labios que te besan
Y que en ellos se derriten de pasión
Sintiendo el paladar de cada beso
Como un elixir de fragante adoración
Dichosas las manos que te acarician
Y sienten la suavidad de tu piel desnuda
Irradiando el fulgor de la pasión ardiente
Uniendo cada latido con cada sensación
De tus párpados
Tus mejillas
Tus gestos
Tus sonrisas
Dichoso el hombre que te posea