Heber Urbina

Dichoso el mundo que te rodea

 

Dichoso el mundo que te rodea

y que está al alcance de tu voz 

De tus párpados, tus mejillas

Tus gestos, tus sonrisas

 

Dichosa el agua de la regadera que se desliza por tu piel desnuda

Dichoso el Sol de tu ventana que te calienta cada día por la mañana 

Dichoso el postre que deleitas, pues se derrite en tus labios de carmín 

Dichosa la lluvia de la tormenta que te moja sin tu permiso 

Dichoso el cielo despejado que causa asombro en tu mirada 

 

Dichosos los ojos que te miran y en ellos queda uno hundido

Que en ellos ve el bello amanecer 

Y en ellos alumbra la luna al anochecer 

 

Dichosos los labios que te besan

Y que en ellos se derriten de pasión 

Sintiendo el paladar de cada beso

Como un elixir de fragante adoración 

 

Dichosas las manos que te acarician

Y sienten la suavidad de tu piel desnuda

Irradiando el fulgor de la pasión ardiente 

Uniendo cada latido con cada sensación 

 

De tus párpados 

Tus mejillas 

Tus gestos 

Tus sonrisas 

 

Dichoso el hombre que te posea