En aquella lejana lejanía… en el tiempo
con sordo rumor de algún dolor,
donde eran las noches más largas que los días
vislumbraba en plenitud esa luz que ya brillaba
como la cruz del sur…
Aventé el dolor y dejé que me absorbiese esa ilusión
en la certeza interior del bien buscado
y en el cáliz del alma atesoré mi sueño
mientras pulsaba mi sangre ardiendo en llamas
y seguía esa huella del amor insistente.
Y es esta cercana cercanía, tiempo y vida,
que de pronto irrumpió en mi ser herido
con belleza y ternura desacostumbradas.
Una mujer tangible como la existente en sueños
me miró... y anidó en mi…