La ingratitud es como una herida abierta,
que duele y lastima sin medida,
es la traición disfrazada de desdén,
que rompe promesas y sueños sin razón.
Es un veneno que envenena el alma,
que oscurece el corazón con su calma,
es el abandono de aquellos que amamos,
que nos dejan solos y desamparados.
Pero en medio de la oscuridad y el dolor,
nuestra luz interior brilla con vigor,
porque la ingratitud solo nos fortalece,
nos hace más fuertes, nos engrandece.
Así que enfrentemos la ingratitud con valentía,
perdonemos y sigamos nuestra vida,
porque al final del día, lo importante es amar,
a pesar de la ingratitud que pueda encontrar.
“Serl “