¿ Acaso los bufones, no apelan siempre a la crueldad ?
En los juegos del poder, la corrupción se alza,
donde la honestidad es una utopía lejana.
Mientras el pueblo sufre, la élite se solaza,
en el festín de la avaricia, la moral es violada.
La risotada del bufón, en su pancarta mordaz,
revela la verdad tras este bastidor falaz.
El trono dorado, es del rey prepotente,
autoridad, su corona de vanidad reluce,
más bajo la fachada, su mente ausente,
gobernando con mentiras, se seduce.
Estos cocodrilos, de jolgorio estridente,
al desenmascararles, su poder reduce.
Concluido el festín de pleonexía, la risa perece,
cuando la oscuridad devora la luz del día,
y en la simbiosis del caos, el bufón crece,
mientras la burla del destino se torna melodía.
La noche, es siniestra, nos invita a huir,
pues en el carnaval de la vida, se tortura al azar.
La etiqueta impuesta, sin fin, imputada,
hipocresía disfrazada de elegancia,
pero bajo la máscara, la burla degrada,
revelando la vacuidad con arrogancia.
El bufón en su escarnio, la decencia extravía,
en la patraña del decoro, la verdad es una arana.
Los espejos de la fama, la vanidad refleja,
donde la apariencia dicta el valor del ser,
mientras la superficialidad la fidelidad despeja,
en el culto a la imagen, el alma suele perecer.
El Dios leproso, en su burla inclemente,
desenmascara el sofisma, la ilusión inmanente.
¿ Porque las palabras de virtud, son actos de vileza. ?
Sera que la mojigatería reina en su esplendor,
en el circulo social, donde la certeza,
es que la careta oculta el temor.
El bufón señala, con sorna despiadada,
la franqueza velada bajo esta falsa moralidad.
En el laberinto del odio, la intolerancia se esconde,
donde la diferencia es motivo de desdén,
mientras la diversidad en la oscuridad se hunde,
en el abismo del prejuicio, se pierde la razón también.
Nadan pirañas, en su crítica aguda y directa,
desafían al desdén, con amor y perspectiva concreta.
Pues en torres de opulencia, la élite descansa,
mientras las masas sufren en la miseria,
la brecha se agranda, la injusticia avanza,
en el juego de poder, la vida es efímera.
El bufón se mofa, con sonrisa sardónica,
de la cruel realidad, en su pedestal de ironía.
Prisiones de dogmas impuestos, cadenas dementes,
la moralidad se tiñe carmesí, de falsedad,
en el nombre de Dios, se comete el crimen,
la pureza del alma se pierde en la tenebrosidad.
El bufón cuestiona, con seña desgarradora,
la integridad fingida, la verdad engañadora.
Arraigada en el pasado, la tradición se aferra,
a normas obsoletas que niegan la evolución,
en el callejón de la prostitución, la innovación yerra,
mientras el bufón se ríe, de tanta confusión.
La parca socava, la solidez de lo antiguo,
en la puerta del cambio, el futuro es su refugio.
Se han elevado altares dorados, la fe se arrodilla,
ante dioses de piedra y doctrinas impuestas,
pero la evidencia se oculta tras la mantilla,
demasiados símbolos, las creencias embiste.
En el templo del miedo, la risa retumba,
desafiando al dogma, la verdad se hace plena.
Encasillados en roles, la sociedad se divide,
en etiquetas impuestas que aprisionan el ser.
Estos estereotipos, la mente diluyen,
desafiando prejuicios con astuto saber.
En el circo del juicio, la mueca es la llave,
que libera al individuo de su propia esclavitud.
En filas ordenadas, la masa se acomoda,
siguiendo el compás de una senectud monótona.
¡ Clamada sumisión, la norma desborda, !
invitando a la rebeldía, a la voz que aliena.
En el interior de la rebelión, es el arma,
que desafía la conformidad, y la verdad aclama.
Y en la parodia del fatum, el bufón casi enloquece,
mientras la ironía social se torna en vano.
La nada, eterna bufonada, nos recuerda
que la pantomima brutal, donde la risa se dispersa,
lo macabro de la existencia, es una vil perra
y a la muerte y el bufón, la mofa es quien versa.
Elthan.