Mirar de lejos sus hojas verdes y sanas,
correr por su sendero
era la alegría que me llenaba.
Ahora miro un bosque calcinado,
veo detrás mío
y el suelo es regado por la salinidad del llanto.
Algo he notado
y es que no seré un buen guardián vegetal
porque he dejado al bosque quedar cenizo y opaco.
La totura constante
con el reproche siendo su amante,
me abrazan por las noches.
Mientras te imaginó posando en la ventana
sonriéndole a un nuevo bosque brotante.