Siendo niño mi madre hacía versos
y los versos fueron envolviendo mi alrededor;
sin darme cuenta comencé
a imitar a mi madre.
Cuando mandaba una postal de felicitación
introducía poemitas sencillos.
Recuerdo que a los dieciséis ya preparé
-con ningún éxito- algún poema
para un certamen de poesía.
Con algún amigo hablaba del Romance
de la pena negra y cantábamos con la guitarra
a Antonio Machado. Mi adolescencia, atípica,
giró alrededor de las mil mejores poesías
escritas en lengua española...
Puedo decir que toda la vida he respirado
el aire de la lírica...
La poesía es el aire que respiro;
por mucha polución que exista,
por mucha contaminación que existe,
por muy herido que esté el planeta...
siempre existirá un resquicio sanador:
el impoluto rincón de los sueños.
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Andiuz
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aspirante a poeta