Dádiva homogenea y vivaz,
danzas entre dedos de suaves manjares
y enterneces al más apto de los asesinos.
Derrites esta mirada incipiente y voraz,
en un destello que rivaliza
con contemplaciones de dioses y reinas
en imágenes de realeza infinita.
Sostengo el pesar de ser terreno
en un tarro colorido,
mientras elevo el ser
en un saber y en una esperanza,
en la que tocaré esos labios y seré brisa
en medio de esas nubes rosadas y violáceas...