La noche es fría, congela sin miramientos mis palabras
que una vez dijeron no te vayas y aun así partiste
tan lejos donde la oscuridad se queda,
dejando sin voz de a poco al niño que te buscó alguna vez.
La noche salpica mis heridas con húmedas palabras escritas
en viejas cartas de amor, ahí lloré por ella debajo de la luna
con sus manos dividiendo mi alma entre lágrimas y un adiós
eterno en la memoria de un amor que se fue con todo y sirenas
Viajó a otros labios escalando recuerdos del desamor.
Aquí yacen enterrados esos besos y unos cuantos poemas de dolor,
aquí descansan esos momentos de miel y bonitos recuerdos
donde nuestras manos jugaban como dos niños sin temor.
La noche escucha tus pasos, huellas de fuego y cenizas buscando en la oscuridad
la marea de tus palabras llenas de espuma y sal. Queda poco tiempo
ya no sabe qué buscar: una mirada quieta, tu sonrisa furtiva o un pasado
que se rompe a pedazos por culpa de la ansiedad.