Puedes odiarme toda la vida,
Con una pasión que nunca se olvida,
Pero mi preocupación por ti, querida,
Será constante, una llama encendida.
En el silencio de la noche estrellada,
Mi pensamiento hacia ti no se apaga,
Aunque el destino su puño descarga,
Mi cuidado por ti nunca se embarga.
Como el río fluye hacia el mar,
Mi atención no sabe de cesar,
Puedes rechazarla o la puedes aceptar,
Pero siempre te voy a cuidar.
No es un deber, sino elección,
Nace del alma, no de la razón,
Puedes llenarte de negación,
Pero no cambiará jamás mi devoción.
Así que odia si eso te consuela,
Mi corazón no guarda ninguna secuela,
En cada amanecer, en cada centella,
Mi preocupación por ti es la más bella.