Uno pretende exiliarte en un instante, pero siempre vuelve a mí cada instante, la piel sublime, vuelve el tacto y la memoria, es suave el amor y no sé si lo merezco.
Si no se puede alimentar algún recuerdo, yo sé culminarlo con caminarlo con caminatas, profundas en un barrio sin nombre, gente sin apellido, y todo perdido en una fantasía.
Al abrir la ventana, yo me encuentro con la paz perdida, acaricio, me siento en mi interior y me vuelco a las calles que ni mis pasos registran, atento es quien de verdad toma la decisión de vivir en uno mismo.