He seguido una multitud de estrellas.
He escapado de la casa de los santos.
He rechazado el altar hecho de madera.
He buscado un Dios más cercano.
He adorado el perfume de los campos.
He rechazado los escapularios.
He vivido lo divino y lo precario.
He buscado lo infiel y afrodisiaco.
Mortal como soy,
la tierra me ha concedido el espíritu de libertad,
para escapar del mundo urbano,
inhalando el olor del sándalo,
como sahumerio elusivo y excitante.
He encontrado un Dios que muto en árbol,
que viaja en el aire del campo al campo,
que ilumina la estrella en la noche fría,
y transforma la nube en inocente río,
he tocado su túnica de flor silvestre,
para salvar mi alma de madera y barro.
Mortal como soy, sé que nací por un instante,
sin importar cuantas veces feneció el alba,
Yo morite cuando la luz del día,
detenga mis pies en la loza fría,
para dejar de ser río, montaña y árbol,
y decir a Dios aquí está tu hijo-