A Sara A., con amor y devoción
Cállame los labios con un beso,
para que mis reproches duerman
en el cielo raso de tu boca.
–Y que la tibieza de tu lengua derrita el hielo de la afrenta–
Silénciame,
y no permitas que el insolente rumor de las palabras
ensordezca
la música de nuestros cuerpos
al frotar las esferas del universo.
Tu cuerpo es una caracola
donde el eco de la playa
lame la orilla de las olas
en su cresta espumosa.
–No he perdido el compás de tus labios,
ni su lenguaje de abeja–
La voz es ruido
cuando es tu piel la que me habla,
desnuda de artificios,
al oído.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.