Vacío, oscuridad, desconocimiento, aterradora ignorancia
brecha impaciente entre el mundo que conozco y el mundo que con visiones de un hombre me sofoca.
Es el comandante.
El comandante está aquí, vino a verme, apartó una cita en su ajetreada vida del sufrir para atormentarme.
Lo anhela.
Lo disfruta desde que se despierta hasta el morir matutino del seguir existiendo en mi memoria.
Llegó; está aquí.
El comandante ciego salió corriendo de su fortaleza
me dio el privilegio de ser sofocado por sus propias manos en su vulnerabilidad plena
sus larvas sangrientas caen en mi boca, comen mi lengua.
Ellas suscitan mi silencio en medio de los pujantes tonos negros de mi escaso esfuerzo por gritar
por decidir si quitármelo de encima o dejar que mi mirada se borre lentamente
en mi sentir.