Estoy ante el teclado y escribo.
A ratos intento retomar el poema,
que se me escapa,
que viene y se va
y sé que me estoy durmiendo sobre la mesa.
Y de imprevisto estamos en la sala de una casa,
amplia y desconocida,
con unos muebles antiguos,
en un ambiente moderno;
y sé que es nuestra casa,
pero no la recuerdo...
Estás bellísima...
Tienes el pelo colgando sobre los hombros,
y eres muy joven;
somos jóvenes, demasiado jóvenes,
pero yo sé que no somos jóvenes.
Estoy consciente de que algo no concuerda:
somos y estamos, pero ni somos ni estamos...
De pronto se escuchan voces que se acercan.
Miro entre las tablillas de la ventana cerrada,
y tres jóvenes vienen subiendo la pendiente de la calle,
y pasan muy cerca de la ventana,
y poco a poco se alejan,
hablando con voz alta,
y solo queda en la imagen, la noche,
y la luz del poste proyectándose en la calle;
solo el silencio, solo la penumbra acompañante...
Y de pronto veo tu cuerpo desnudo,
con el pelo sobre los hombros,
caminando despacio en la calle,
acercándote hacia la luz,
y sé que eres tú, aunque no eres tú,
y no me pregunto por qué estás ahí
y también sé que no regresarás,
porque estoy consciente de que es solo un sueño,
y te miro por última vez,
bañada por la luz y el silencio nocturno,
y veo que eres bella, muy bella,
y me despierto...
Reacciono entre despierto y dormido,
y veo la pantalla de la PC, todavía encendida,
y sobre ella escrito este poema,
que sé que lo hice, pero no sé cómo lo hice,
y reacciono y veo que ya son pasadas las 12,
y veo que estás dormida,
pero no te despierto,
solo te felicito en silencio,
porque hoy es tu cumpleaños.
Frank Calle (25/ abril/ 2024)