Los remos, con su impulso,
ya avanzan la trainera,
en medio de las aguas
que sube la marea.
Dos manos en los remos
conforman la faena,
del hombre y el marino
que busca así la pesca.
Saldrá para las playas
llamadas de Bederna,
y en ellas hará un alto
con brisa mañanera.
Luego, sus aparejos,
intentarán la presa,
la pesca tan preciada
que supla la miseria.
El pan y la comida
fiada en unas tiendas,
pedida por dos niños
que pierden hoy la escuela.
Recuerdo esos instantes,
los tengo en mi cabeza,
puñales en el alma
con años de tristeza.
Por suerte ya han pasado
quedando aquí las huellas,
del remo y la ciaboga
y el hombre por su pesca.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/04/24