Mi alma despertó, para mostrarme el amor sencillo
que protege y abraza,
que ilumina como antorcha en medio de la noche
y pronuncia la dedicación con palabras
que no brotan de la boca o la garganta
sino del espíritu sublime, que convierte la voz en canto
y la mirada en firmamento.
Mi alma despertó, para permitirme escuchar el silencio
que nace de las flores en sus aromas,
como incienso de ofrendas
a la contemplación y el reposo
a la alabanza del tiempo
que se detiene en la lluvia y la brisa
Mi alma despertó, para mostrarme la llanura al pie de la cima
como semejanza de lo realizado
o aventura de lo que nos espera
sin temor a los peldaños o a la quietud de lo alcanzado
sin temor a la voz o al eco de lo pronunciado
Ahora puedo decir que estoy dispuesto
a guardar el pasado en el aparador de lo vivido
a descubrir el presente como el ánfora de todo el tiempo
a mirar el cielo sin ánimo de fantasía
y disfrutar bajo él la libertad de este día