Mirá mijita, no expongáis tu amor a esas brisas.
Le dijo un día de esos muy calurosos, la tatica.
La brisa cansa y sofoca y, por irse, toman prisa.
Sabéis que, al Adán le gusta besarte en la salita.
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No le hagáis caso a la vieja, gritó, alto el papá.
Ella ni se acuerda que, su novio, no podía entrar.
Tampoco, abrazar, tocar y no había besos, ni ná.
El pobre ardía, con el Sol, por no lo dejarlo pasar.
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En la noche, la madre le daba, el parte al Papa’.
El Adán vino y no lo dejé pasar, pa´qué, aguante.
Ana, si te hubieran hecho eso, no fueras mamá.
Bájale dos Ana, no sea que el tercio, se espante.
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¡No vengáis a decir ahora que, estáis de acuerdo.
Mirá qué yo, todos tus mandatos, sí los recuerdo!